lunes, 2 de marzo de 2009

NORDICA



Aquella mujer, que mira del otro lado del espejo. Esa mujer, verdugo
de cabello rojo, sostiene en sus manos una hacha, con rastros de
sangre de sus ultimas victimas; pecadores caprichosos de placeres
dionisiacos. Cegado por la polvareda de sus maleficios, mis pies inmunes
a una rápida huida, petrificados ante la voluptuosidad de su cuerpo.
Suspiros nórdicos que cortan mi piel, emanando de ella, el oxido de mis
antiguas heridas. Una niebla espesa va diluyendo los rasgos de mi rostro.
La humedad perfora mis fosas y su imagen se hace cada vez mas fuerte y
real.
El ácido hace efecto, mezclando realidad con paranoia, propiciando un
encuentro ineludible, postergable hasta este instante.
Ella transpasa totalmente el espejo, con la siniestra convicción de mi
muerte en sus manos. Me da un prolongado y rudo beso, acaricia mi
enredado cabello y de un solo tajo, mi cabeza rueda bajo el escritorio.



Foto de Cindy muñoz.